Selgua versus La Perdiguera. Preeminencias.

Los duros años de cosechas perdidas por la sequía siempre han sido azote en estas tierras somontanas, y la inmemorial costumbre de hacer rogativas para pedir el agua a los santos patronos fue, y sigue siendo en muchos casos, el único remedio al que se se podía aspirar. En este Documento del Mes que presentamos quedan recogidas estas inquietudes y el modo en que se organizaban nuestras gentes para acudir al santo benefactor, que en este caso era San Victorián.

La usanza era juntarse en el santuario de la Virgen del Pueyo todos los pueblos del entorno para partir juntos, “en devota procesión”, hacia el monasterio de San Victorián (unos 80 km); allí, pedirle al abad el arca en que estaba depositado el cuerpo del santo y después, “mojar dicha arca y reliquias” en la “Fuente santa” que el propio intercesor había hecho brotar.

La complicación que se explica en este proceso judicial de 1610 (Cu133/9) llegó cuando los que portaban la cruz y el pendón de Selgua quisieron ponerse delante de la cruz que llevaban los del lugar de La Perdiguera.

El orden de la procesión lo jerarquizaba la antigüedad en su participación, iniciada, claro, por la cruz de la ciudad de Barbastro que iba históricamente la primera no sólo por ser el punto de partida, sino porque tras ella se colocaba el cabildo de la Seo. Luego, según algunos testigos (deposantes), la villa de Berbegal, el lugar de La Perdiguera y detrás Selgua y otros lugares; lo cual niegan nuevos testigos que afirman haber visto de siempre y oído a los antiguos ya difuntos que la preminencia era de Selgua; asunto que se complicó con otros deposantes que declararon ser voz común y fama que detrás de Berbegal iba Castillón de la Puente precediendo al lugar de Selgua, las villas de Ainsa y Naval, Puy y otros lugares.

El cabildo aconsejó que unos fueran delante a la ida y otros a la vuelta, pero la cosa tampoco funcionó.